Pensar en un parangón mexicano de una novela como Zonas húmedas (Anagrama, 2009) ópera prima de Charlotte Roche, es imposible. La escritora británica de 31 años logró escribir una especie de diario erótico carente de todos los supuestos que canónicamente suelen acompañar a la “literatura licenciosa”. La propuesta de Charlotte es simple y, por ende, acertada: una prosa directa, sin subterfugios seudosinestésicos o ridículamente dizque transgresores, propios de los que se aventuran en el género, y una historia sencilla pero sólida y con varias aristas que la enriquecen problematizándola.
Zonas húmedas es la novela del hoyocentrismo, del absoluto femenino en cuanto a vagina, ano y boca. Helen, la protagonista, joven bisexual de 18 años, prefiere asir el mundo adulto, al que recién accedió más que gustosa por la permisibilidad que atañe, a través de sus cavidades. Helen puede descubrir el grado de neurosis de una mujer lamiéndole la vagina o paladeando el sabor de sus tetas, el carácter de un hombre viendo y después sintiendo el rigor de su verga y probando su prebenda seminal. Pero a la par que descubre al otro se conoce a sí misma por las respuestas sexuales que su cuerpo, en complicidad con su psique, le ofrece. De esa manera, Helen se construye una sexoteoría psicosociológica conductual tanto del género masculino como femenino, que poco o nada tiene que ver con el placer carnal llano.
¿por qué seudosinestésicos? No es crítica, sino franca ignorancia
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