sábado, 14 de noviembre de 2009

MISTERIO ROEDOR


Me parece extraño. Hace unos minutos, entre una taza de café y acompañado de las Goldberg Variations, del gran J.S. Bach, acabo de limpiar mi escritorio y las repisas de libros que lo encierran, y volví a descubrir rastros de que en esta parte de mi estudio vive o deambula un ratón. Y escribo que me parece extraño porque jamás hay comida en esta habitación, sólo rastros de bebidas espirituosas o de cafeína. Ignoro, entonces, por qué ese pequeño intruso haya tomado este espacio como guarida o como locus amoenus. ¿Será que, como yo, sabe que los libros son nuestros únicos amigos fieles y quienes jamás nos traicionarían? ¿Acaso, como yo, después de vagar y rodar por el mundo exterior sienta que éste es un lugar donde es posible encontrar paz, remanso contra la inmundicia del allá afuera? Es un misterio. Lo cierto es que, sin venia de nadie, ese roedor ha tomado por asalto mi sitio preferido de casa, donde rehúyo de la realidad bastarda de ese que ustedes, cero lectores, llaman mundo. ¿Bienvenido sea, pues?