martes, 4 de mayo de 2010

AGUILERA NUESTRA DE CADA DÍA


Hay días en que, no sé por qué, me despierto y de inmediato pienso en mujeres de la farándula o del mundo del espectáculo, para no denigrar. Seguramente, es a causa del bombardeo indiscriminado de la publicidad que construye a estas endebles neodivas del úseseprontoydesécheseconmayorrapidez a la que no somos inmunes por más que evitemos ver televisión. Hoy me desperté con la imagen de Christina Aguilera entre ceja y ceja. Neta que soy incapaz de nombrarles una sola canción que interprete esta reina latina avecindada desde muy pequeña en los yunaites. Pero en uno de esos raros, pero muy raros, ratos libre que tuve en mi asfixiante, estresante, capante, esclavizante, y demás ante, trabajo, me puse a buscar imágenes de ella en el aladinesco google. ¡MADRES!, qué fotos de esa ricura ecuatoriana veinteañera. Es dueña de un cuerpecito inmejorable: nalguitas de corte fino, es decir, nada de gordo, sólo carnita firme y jugosa; pechos que describen una parábola exacta, y piernas de estructura felina, es decir, músculos torneados con maestría y exactitud, nada de exceso adiposo. 

Llegué a la página de una fotógrafa alemana llamada Ellen von Unwerth. En el sitio se exhibe una serie fotográfica que la artista germana le tomó a Christina Aguilera en 2005. El trabajo visual de Ellen es cautivante, vemos a Christina “en el papel” de Marlene Dietrich, con vestuarios eróticos similares a los que ésta utilizó en los años treinta para sus películas más famosas, como Marruecos y, la insuperable, El ángel azul, ambas de Josef von Sternberg. La intención de Unwearth no fue, obviamente, comparar a ese ícono femme-fatale con la cantante popera. Más bien, el objetivo consistió en recrear esos cabarets europeos antes de que la Segunda Guerra Mundial estallara; lugares de atmósferas oníricas y, por momentos, de pesadilla. La sexualidad que emana de las fotografías se potencia con el ˝punto de vista” que asumió Ellen para las tomas: simula el ojo de un intruso parafílico, un voyeur consumado en el lugar nocturno por excelencia. La cachondería al natural de Christina Aguilera, despojada de poses cuidadas para no atentar contra su imagen de estrella fresa de la música plástica estadounidense, completa el círculo pródigo de Eros. Hoy me declaro, sin vergüenza alguna, fan de la Aguilera. ¡Neta que yes!  

Busquen la página, si no les convence, por lo menos no se arrepentirán de haber invertido su valioso tiempo en otro site de shit. Y hasta ahí, hasta sus pantallas, algunas imágenes de Unwerth. ¡Puro calor!




lunes, 3 de mayo de 2010

LEVANTAR EL ESTILO

La biblioteca Rouen, de la universidad francesa del mismo nombre, conserva en su acervo las páginas que Flaubert recortó del manuscrito original de la novela que lo inmortalizó. Son aproximadamente 3,600 páginas de borrador de Madam Bovary, que tiene 487 hojas definitivas. Lo interesante del asunto, más allá de que son constancia viva del encarnizamiento con que Flaubert trabajaba para "levantar su estilo", es que gran parte de lo que se quedó fuera de Madam Bovary es pornográfico o de un erotismo "licencioso". Además del borrador, la biblioteca tiene en su poder las notas que, a manera de bitácora-story board, Gustave hacía de las escenas que desarrollaría en dichas páginas durante la escritura de la novela. Veamos unos ejemplos...

Mostrar claramente el gesto de Rodolphe, que le aprieta el culo con una mano y la cintura con la otra... y ella se le entrega.

Emma vuelve a Yonville en buen estado físico después de haber cogido con normalidad.

Ella sentía excitaciones  en el culo durante el coito diario con Charles.

Tras la jodienda, se rehace el peinado.

Se citan de antemano para coger.

Modo profundamente guarro con que ella le amaba.

Después de coger con Rodolphe, ella siente el amor verdadero, completo. Durante mucho tiempo él se ha calentado, se ha preparado. Ahora se dispara como un chorro de champagne que por fin ha hecho saltar el tapón de la botella.

Rodolphe, molesto, la trata como a una puta, la jode a muerte; eso hace que ella le ame aún más.

Seguramente, si Flaubert no se hubiera autocensurado y hubiera conservado esas páginas, Madam Bovary, la primera gran obra de lo femenino, hoy tendría más lectores. Por lo menos, esos esporádicos que buscan leer algo que les levante no precisamente el estilo.

Agradecimiento bucareliano. Este post no hubiera sido posible sin el apoyo de Julie Demerutis, bibliotecaria de lo licencioso, gran bebedora de cerveza Victoria -no le gusta otra cheve mexicana más que esa- y amiga incondicional que ahora radica en las bellas y olorosas francias. Esperamos que regrese pronto al infierno tercermundista para seguir liquidando caguamas juntos en Bucareli hasta altas horas de la madrugada como en aquellos tiempos tristemente idos.