miércoles, 10 de febrero de 2010

MALA COSTUMBRE


Tengo una sacrosanta mala costumbre: salir de casa con el dinero "justo". ¿Justo para qué?, sepa la chingada. Y no es por las consabidas cuestiones de inseguridad que imperan en esta monstruópolis nuestra de cada día, o para restarle ceritos a mis gastos quincenales, sino... sepa la chingada. Ayer, 20 pesito sonaban en mi pantalón cuando salí de casa. No puede ser. Presupuse que esos varitos eran suficientes para enfrentar el día, pero no fue así. TODO el pinche día tuve antojo de un gran, gran, jumbo, café americano, pero las matemáticas no me iban a responder si lo hubiera comprado puesto que me habría quedado varado a medio camino entre la oficina y mi casa. Lo del antojo de café estuvo leve. Ha habido ocasiones, casi siempre de peda, en que me he quedado, efectivamente, a medio camino, sin dinero para el último camión a mi destino. De modo que me he visto obligado a caminar, caminar y caminar durante horas y horas rumbo a mi hogar. Creo que la última vez que me sucedió lo anterior fue en diciembre, mes de pedas a diestra y siniestra. Prometer que no lo seguiré haciendo sería una falacia tamaño kong. Mejor me repetiré cada día al salir de casa que mis Converse ya no aguantarán muchas "patas de perro" más, para ver si así ya no cargo sólo con 20 pesitos, sino con 30, por ejemplo.

lunes, 8 de febrero de 2010

LOW, MINIMALISMO SONORO

Cuando Low apareció en la escena musical, los ‘especialistas’ de MTV afirmaron que el grupo era la reacción indie contra el “rudísimo” grunge; incluso, les sembraron un lema de lo más ridículo: “Contra el grito, el suspiro”. Nada más ajeno al discurso sonoro-estético de Low. No imagino a Alan Sparhawk, voz principal y guitarra; a Mimi Parker, batería y también voz –esposa de Alan-, y a John Nichols fijándose como objetivo creativo contrarrestar la “virulencia” de Eddie Vedder y Kurt Cobain. Eso reduciría la valía de la gran banda formada en Duluth, Minnesota, en 1994, y convertiría en vicaria su propuesta musical.

   I Could Live in Hope es su primer disco, ópera prima excepcional y brillante. Pocos grupos en su álbum debut consiguen cimentar los elementos fundacionales de su ideario. En temas tan significativos desde sus títulos, por ejemplo, “Words”, “Fear”, “Cut”, “Lazy”, “Slide”,  “Lullaby”, “Rope”, “Drag”, “Down”, entre otros, la banda demuestra su madurez musical per se. La música de Low, pese a su minimalismo orquestal, resulta rica en texturas nostálgicas y doloridas y en ambientes sonoros que pasman; profunda en matices emotivos, lenta e hipnótica hasta lo espectral, representa, en una palabra, el estilo más depurado del slowcore.

   La guitarra de Sparhawk es la vértebra principal de Low, y de sus sonidos desoladores emerge consustancial la voz de Alan (de pronto, con apuntes corales de Mimi), lamento que es prueba de la dicotomía humana en la que se encuentra el líder del grupo. Las composiciones de Sparhawk fluctúan entre el existencialismo desesperanzador y el espiritualismo que él, como mormón confeso, no es capaza de revocar. Las letras de las canciones son un osario ardiente de sus luchas internas entre la certidumbre de las debilidades e imperfecciones del alma humana y la admonición y contrición que le exige su vida religiosa.

   Sin duda, la obra de Low es trascendental y una de las más dignas y electrizantes de la música actual. La vacuidad que parece imperar en el movimiento indie, underground y/o alternativo jamás atentará contra la búsqueda del portento creativo al que Low asciende disco tras disco.