sábado, 3 de abril de 2010

MUNDO INMUNDO, UNO

Siempre he creído que “el contacto con Dios" (cualquier cosa que signifique esto), autonombrarse su embajador en la Tierra (léase papa), autodenominarse sus representantes, sean del culto religioso que sean (llámense curas, pastores o cualquier zurrada de ese tipo), o simplemente "hablar" con él, de lo que se ufanan los creyentes, conduce irrevocablemente a la locura. La exposición directa o indirecta con la divinidad (cualquier cosa que signifique esto) trastorna in extremis la yoidad humana (cualquier cosa que signifique esto). Me cae que yes, ¿Lo dudan? Sigan leyendo...

¿De qué otra manera podemos explicarnos las respuestas del secretario general del episcopado mexicano respecto de las acusaciones de pederastia que pesan sobre el párroco de Jalapa? El primero, Leopoldo González, intentó salvar la honra del segundo, Rafael Muñiz López, arguyendo que la participación de sacerdotes, como el malcriado y libertino Rafael, en distribución de pornografía infantil por internet “hace verlos más humanos ante su feligresía y provoca que se les aprecie más”. ¿Qué pedo? Dicho juicio, no lo pueden negar, está simplemente de ¡no mamar!  

¿Quién en su sano juicio diría algo así? Respuestas de ese tipo no sólo corroborarían que los religiosos (sean del culto que sean) no sólo le entran con fe a la fornicatio y al ciberonanismo, sino también a las drogas alucinógenas más duras, aquellas que le patean cabrón el Señor Ano a las neuronas. Yo por eso, no sé ustedes, nulos lectores, prefiero la malignidad a la santidad. ¡Oh, sí!