jueves, 7 de enero de 2010

OJOS QUE HACEN BAJAR LOS NUESTROS


En uno de los poquísimos días que estuve sobrio la última quincena del año pasado pude ver por cable La vie en rose. Así es, la cinta sobre Edith Piaf. No sé si quedé más impactado por la vida truculenta de la Piaf, que desconocía en absoluto, no así su música, o por la actuación de Marion Cotillard en el papel protagónico. Neta, la franchutita alcanza unos registros dramáticos sorprendentes en cualquiera de las tres etapas vitales en las que representa a Edith. La película también es valiosa porque no es una biografía maniquea al estilo Hollywood y está narrada no de manera lineal, con gran recreación del París de la época, sobre todo de las tabernas y cabarés sórdidos que coloreaban a la vieja capital francesa. Después de ver La vie en rose entendí por qué siempre que estoy tomando la bebida me dan unas ganas masivas de poner mi viejo disco de éxitos de Edith Piaf: la insigne intérprete bebía alcohol en cantidades industriales e, indefectiblemente, impregnó sus canciones de rancio vino tinto galo. Certidumbre que a nosotros, los bebedores ahora y en la hora de nuestra muerte, sabemos ventear y no tenemos opción más que proceder a solidarizarnos con el Ars Poetica de la gran Edith Piaf. Salute!     

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