sábado, 3 de abril de 2010

MUNDO INMUNDO, UNO

Siempre he creído que “el contacto con Dios" (cualquier cosa que signifique esto), autonombrarse su embajador en la Tierra (léase papa), autodenominarse sus representantes, sean del culto religioso que sean (llámense curas, pastores o cualquier zurrada de ese tipo), o simplemente "hablar" con él, de lo que se ufanan los creyentes, conduce irrevocablemente a la locura. La exposición directa o indirecta con la divinidad (cualquier cosa que signifique esto) trastorna in extremis la yoidad humana (cualquier cosa que signifique esto). Me cae que yes, ¿Lo dudan? Sigan leyendo...

¿De qué otra manera podemos explicarnos las respuestas del secretario general del episcopado mexicano respecto de las acusaciones de pederastia que pesan sobre el párroco de Jalapa? El primero, Leopoldo González, intentó salvar la honra del segundo, Rafael Muñiz López, arguyendo que la participación de sacerdotes, como el malcriado y libertino Rafael, en distribución de pornografía infantil por internet “hace verlos más humanos ante su feligresía y provoca que se les aprecie más”. ¿Qué pedo? Dicho juicio, no lo pueden negar, está simplemente de ¡no mamar!  

¿Quién en su sano juicio diría algo así? Respuestas de ese tipo no sólo corroborarían que los religiosos (sean del culto que sean) no sólo le entran con fe a la fornicatio y al ciberonanismo, sino también a las drogas alucinógenas más duras, aquellas que le patean cabrón el Señor Ano a las neuronas. Yo por eso, no sé ustedes, nulos lectores, prefiero la malignidad a la santidad. ¡Oh, sí! 

lunes, 22 de marzo de 2010

¡ESTÁ CAI... BRÓN!

Sería conveniente comenzar a tomar en serio el cine de horror oriental, llámese Tokyo Shock o su símil chino. Resulta que esas historias que de pronto parecen tan, pero tan, jaladas, no lo son. Al menos, así lo indica la nota que apareció hoy en algunos periódicos. En el distrito Tiantai, al este de China, ocho niños que tenían el mismo apellido fallecieron en circunstancias propias de un filme de los hermanos Pang.

Las extrañas muertes comenzaron el 20 de febrero. Cinco niños, de entre siete y 13 años, de la misma familia murieron ahogados en una piscifactoría local. Los desafortunados chinitos compartían el apellido Cai; la policía, siempre positiva y bien pensada, cree que las muertes de estos fue fortuita (¡sic!).  

El 22 de febrero en un poblado diferente aparecieron ahogadas en un estanque dos niñas también apellidadas Cai, suceso que los responsables de la seguridad pública de igual manera consideraron fortuitas. Pero los agentes de la ley comenzaron a decir “ah, chingá, chingá” el dos de marzo, cuando encontraron a una niña de nombre Cai Shaohan ahorcada en una cabina telefónica, no se informó si grafiteada o no, con el meritito cordón del teléfono.

 El padre de esta última víctima apellidada Cai ha pedido mayor seriedad en las investigaciones policiales, ya que pese a que hasta el momento no hay razones para considerar que las muertes están relacionadas entre sí, además del apellido, cree que algo 'anormal' hay detrás de la coincidencia fatal. Una vez más, con perdón del cliché, la realidad se sobrepone a la ficción, así que prometo ya no burlarme de las premisas cinematográficas arroceras.

miércoles, 17 de marzo de 2010

PATER INSOMNIUM

Tengo varias semanas sin dormir bien. El insomnio tendrá sus razones para que haya decidido convertirse en mi depredador, justificaciones que ni siquiera intento especular. En cama y con los ojos cerrados pero amanecidos, siento la madrugada; la admiro de tan inmensa en su silencio y tan concluyente por su ceguera, eterna perseguida por ladridos anónimos. No hay día en que no piense en Macbeth cuando el sueño se trasmina por mi almohada, sin empaparme. Macbeth tiene las manos ensangrentadas, Macbeth ha perdido el sueño. Desconozco si tengo las manos escarlata, pero la ignorancia no es prueba de inocencia; el crimen es más brutal cuanto más alejado se está de la claridad. El sueño no camina conmigo. ¿Do su paz? ¿Do sus bondades? 

lunes, 15 de marzo de 2010

MOVIMIENTOS OCULARES RÁPIDOS

No recuerdo con exactitud cuántos años tenía que no escuchaba a R.E.M. Después de leer Las leyes de la atracción, de Breat Easton Ellis, novela que antecede a su triunfo mediático, Psicópata americano, me entraron unas ganas masivas de desempolvar mis discos de ese grupo también fundador de lo alternativo y grunge; sí, no sólo Nirvana y Pearl Jam lo fueron. Breat suele soundtrackear sus historias con bandas señeras de cada década en que ocurren éstas. En la novela mencionada sobresalen los muchachos dirigidos por Michael Stipe y los Talking Heads, de quienes se hablará en otro post. La semana pasada cargué las placas que tengo de R.E.M. a mi iPod y no les he dado descanso desde entonces. Pero el cenit de haber retomado al grupo ocurrió el sábado en mi casa. Como ya es costumbre desde hace varios, varios años, invité a unos de mis carnales de trago, entre otras cosas, más preciados para aniquilar caguamas y caguamas: el Memorias. Imaginaba que al él le gustaba R.E.M., pero no sabía que también era gran fan. Así que mientras vacíabamos misiles de chela, las bocinas del estéreo retumbaron con casi todas las rolas de R.E.M. hasta "altas horas de la madrugada", como escribirían los reporteros de sociales chic. Entre las conclusiones filosoficoétilicas a las que llegamos, sólo propias de güeyes ya muy damnificados como nosotros, estuvo la de asumir mutuamente que Rapid Eye Movement fue una gran banda, una de ésas que si alguien se tomara la molestia de analizar tu ADN, encontraría su música como parte de la genética personal. Neta que yes.    

martes, 2 de marzo de 2010

APOCALIPSIS PULP


Hace unos días vi en Cinemax un documental acerca de la fascinación zombi en la cultura pop. En él entrevistaron, por su puesto, no al padre sino al abuelo del fenómeno zombi: George A. Romero, mítico director que popularizó a los muertos vivientes, no propiamente el iniciador del cine de zombis, porque antes de él ya había filmes dignos sobre el tema, como White Zombie (1932), por ejemplo, dirigida por Victor Halperin y protagonizada por el también mítico Béla Ferenc Dezsö Blaskó, mejor conocido como Bela Lugosi.

Romero confesó que había “robado” una premisa narrativa de Richard Matheson, escritor estadounidense, para escribir la historia de su película insigne, Night of the Living Death (1968). El viejo George se refería a I Am Legend (1954), novela posdesastre mundial en la que Robert Neville, quizá el único sobreviviente de la humanidad, debe pasar sus días en extrema soledad y encierro lastimero, protegiéndose de seres metahumanos chupasangre cuyo origen es justo la hecatombe química que aniquiló casi toda vida orgánica conocida en la Tierra.

En I Am Legend abundan las metáforas religiosas, crísticas. Neville cercado por un desierto apocalíptico, victimizado por las pocas tentaciones que aún le quedan. Neville intentando redimir a una mujer, sinécdoque de la humanidad condenada, a través de una cura con la que ha estado experimentando, pero sin lograrlo. Neville, al final, parte de un sacrificio en la que su sangre debe ser literalmente bebida para que la nueva alianza, monstruosa y aberrante, domine lo que queda del mundo.

En Night of the Living Death la humanidad es castigada por sus pecados cientificistas desmedidos. Un reducto de personas no infectadas se recluye en una cabaña para, también, defenderse de los otros, los zombis, y posteriormente de sus iguales, que son incluso más autómatas e insaciables que los muertos vivientes.

En ambas obras pervive una clara crítica a una sociedad autocanibálica. Tanto los zombis de Romero como los seres hematófagos de Matheson son la raza producto de los excesos humanos, y edípicamente deberán aniquilar a sus procreadores para constituirse como el purulento nuevo orden mundial.

George A. Romero y Richard Matheson, escatológicos confesos, olvidándonos de hurtos creativos, comparten el mismo sentimiento pesimista en torno al futuro de la existencia humana. Ambos, apóstoles de un nuevo Libro de las revelaciones, claro, más cercano a lo pulp y a lo fangore, pero que cómo nutre a mentes estupidizadas por la TV satelital y el güiqui barato, como la mía.


miércoles, 24 de febrero de 2010

SI DE FEMMES LETALES HABLAMOS...




Sin dirimir demasiado, aseguro que mis dos heroínas hollywoodenses preferidas son Charlize Theron y Milla Jovovich, ignoro si en ese orden de importancia. A la primera la amo por Aeon Flux, thriller futurista muy cercano a Un mundo feliz, de Huxley. Y a la Jovovich por la saga posapocalíptica Resident Evil, crossover entre el cine zombi y el puramente catastrófico. En sus respectivas cintas, ambas están como las merecemos: hermosas y letales. Lo poderoso y el divino femenino que pregonan en el celuloide me maravilla y aterra simultáneamente; en una palabra, me subyugan cabrón. Charlize y Milla satisfacen a un público cinematográfico hambriento de figuras Femme Letal que destacen el orgullo fálico del cine de acción masculino, con sus consabidos representantes antipáticos y vomitables. Theron y Jovovich, heroínas distópicas de una mitología de gelatina y plata que nutre el sueño diurno por excelencia de seres, como yo, con un nivel mental límite (grado de pendejez no tan grave, según una clasificación de enfermedades mentales reciente). Ambas están entre nosotros para recordarnos que un Dios perfecto y todopoderoso es probable. Neta que yes.


sábado, 20 de febrero de 2010

UN RAYITO DE SOL

En mi legítima defensa, debo decir que esto es más delirante y extremo que ponerse hasta la madre en el Consorcio y después salir de ahí corriendo como endemoniado y estrellarse contra cuanto poste de Bucareli se cruce y aventar insensiblemente al compañero de briaga que ose impedirlo. Que Alá, el que es perfecto, guarde a estos dos dignos y ludópatas adoradores de Baco. Denle play al video. ¡Está de no mamar!


miércoles, 10 de febrero de 2010

MALA COSTUMBRE


Tengo una sacrosanta mala costumbre: salir de casa con el dinero "justo". ¿Justo para qué?, sepa la chingada. Y no es por las consabidas cuestiones de inseguridad que imperan en esta monstruópolis nuestra de cada día, o para restarle ceritos a mis gastos quincenales, sino... sepa la chingada. Ayer, 20 pesito sonaban en mi pantalón cuando salí de casa. No puede ser. Presupuse que esos varitos eran suficientes para enfrentar el día, pero no fue así. TODO el pinche día tuve antojo de un gran, gran, jumbo, café americano, pero las matemáticas no me iban a responder si lo hubiera comprado puesto que me habría quedado varado a medio camino entre la oficina y mi casa. Lo del antojo de café estuvo leve. Ha habido ocasiones, casi siempre de peda, en que me he quedado, efectivamente, a medio camino, sin dinero para el último camión a mi destino. De modo que me he visto obligado a caminar, caminar y caminar durante horas y horas rumbo a mi hogar. Creo que la última vez que me sucedió lo anterior fue en diciembre, mes de pedas a diestra y siniestra. Prometer que no lo seguiré haciendo sería una falacia tamaño kong. Mejor me repetiré cada día al salir de casa que mis Converse ya no aguantarán muchas "patas de perro" más, para ver si así ya no cargo sólo con 20 pesitos, sino con 30, por ejemplo.

lunes, 8 de febrero de 2010

LOW, MINIMALISMO SONORO

Cuando Low apareció en la escena musical, los ‘especialistas’ de MTV afirmaron que el grupo era la reacción indie contra el “rudísimo” grunge; incluso, les sembraron un lema de lo más ridículo: “Contra el grito, el suspiro”. Nada más ajeno al discurso sonoro-estético de Low. No imagino a Alan Sparhawk, voz principal y guitarra; a Mimi Parker, batería y también voz –esposa de Alan-, y a John Nichols fijándose como objetivo creativo contrarrestar la “virulencia” de Eddie Vedder y Kurt Cobain. Eso reduciría la valía de la gran banda formada en Duluth, Minnesota, en 1994, y convertiría en vicaria su propuesta musical.

   I Could Live in Hope es su primer disco, ópera prima excepcional y brillante. Pocos grupos en su álbum debut consiguen cimentar los elementos fundacionales de su ideario. En temas tan significativos desde sus títulos, por ejemplo, “Words”, “Fear”, “Cut”, “Lazy”, “Slide”,  “Lullaby”, “Rope”, “Drag”, “Down”, entre otros, la banda demuestra su madurez musical per se. La música de Low, pese a su minimalismo orquestal, resulta rica en texturas nostálgicas y doloridas y en ambientes sonoros que pasman; profunda en matices emotivos, lenta e hipnótica hasta lo espectral, representa, en una palabra, el estilo más depurado del slowcore.

   La guitarra de Sparhawk es la vértebra principal de Low, y de sus sonidos desoladores emerge consustancial la voz de Alan (de pronto, con apuntes corales de Mimi), lamento que es prueba de la dicotomía humana en la que se encuentra el líder del grupo. Las composiciones de Sparhawk fluctúan entre el existencialismo desesperanzador y el espiritualismo que él, como mormón confeso, no es capaza de revocar. Las letras de las canciones son un osario ardiente de sus luchas internas entre la certidumbre de las debilidades e imperfecciones del alma humana y la admonición y contrición que le exige su vida religiosa.

   Sin duda, la obra de Low es trascendental y una de las más dignas y electrizantes de la música actual. La vacuidad que parece imperar en el movimiento indie, underground y/o alternativo jamás atentará contra la búsqueda del portento creativo al que Low asciende disco tras disco. 


viernes, 5 de febrero de 2010

¡DIOS SALVE A LOS PAPARAZZI!

Lo confieso. La pleitesía que le rindo al cuerpo femenino me lleva a buscar beldades en cualquier revista que cae en mis manos, sean "del corazón" (propongo media hora de patadas en los tanates a quien acuñó tal adjetivo mamón), de espectáculos, deportes, modas, catálogos de lencería, de prendas en general para mujeres, etcétera. En una de ellas, cuyo nombre no menciono porque puede herir susceptibilidades, y que no es Sport Illustrated, encontré a Elsa Benítez, la top model mexicana de moda (y creo que la única de estas tierras fritangueras). En cuanto pude glogueé su nombre (propongo una hora de patadas directas al recto a quien revolucionó el lenguaje español con este verbo condechi), y aparecieron las imágenes que pueden ver al calce de este post. La existencia de los paparazzis me era indeferente hasta hoy que descubrí las fotos que alguno de ellos le tomó sin cáscara textil inmunda (léase ropa) a la sin par Elsita. ¡Oh, santo Niñito Doctor, qué clase de mujer!, ¡véanle sus cositas, por todas las almas en El Purgatorio, mi pulquería favorita! ¡Diosito nuestro de cada día, no desampares jamás a tus hijos los paparazzis y no dejes de producir para nosotros, pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, ricuras como ésta!...